El concepto de Slow Manufacturing o fabricación lenta ciertamente no es nuevo, como si lo es la palabra o terminología con la que nos referimos a ello. “Lento”, en cualquier contexto, pero en especial en el de la industria, puede tener una connotación negativa. Sin embargo, con el continuo avance de la tecnología y la fabricación, existe un riesgo real de dañar el medio ambiente y la calidad de vida de los trabajadores, así como la percepción y la calidad del producto. En vista de esto, varias industrias están optando por adoptar la filosofía de la "fabricación lenta", la cual representa un retorno a las raíces manufactureras de la industria, pero con un enfoque moderno del siglo XXI que a menudo resulta en beneficios financieros.
Volver a las raíces es algo que nosotros aplicamos como "slow manufacturers" en Bolsalea y que la industria de la moda lenta (Slow Fashion) ya hace bien. Algunas marcas, como The Bleuve, Urbànima y No Digas Que No (NDQN), entre otras, han descubierto que producir más despacio y sin tanta prisa les va de maravilla. Y lo mejor de todo es que también ayuda al medio ambiente. Así que, quizás te sorprenda saber que a ti también te puede funcionar bien esta forma de fabricar.
Muchos se están dando cuenta de que esta forma de producción limitada y metódica en los propios términos de una marca, independientemente de la demanda, es un modelo comercial decente.
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Grandes firmas multimillonarias están jugando con una producción limitada ante la demanda. De hecho, ya no lanzan ediciones limitadas. Todos los productos de estas marcas son esencialmente ilimitados gracias a la cantidad de recursos de los que disponen. Pero es debido a la capacidad limitada autoimpuesta de producción que generan interés, exclusividad y lujo en torno a su marca y sus productos. Lo que conlleva costes más altos para el cliente final, que no sólo está pagando por el producto en sí, sino por el lujo, la exclusividad, la personalización y los procesos éticos y sostenibles de producción.
Las marcas más pequeñas están jugando el mismo juego, poniendo en el centro la filosofía sostenible como piedra angular que da forma a sus acciones y procesos, eligiendo una producción limitada y de calidad en lugar de satisfacer su creciente demanda.
La fabricación artesanal, la fabricación bajo pedido o la producción limitada de unidades son formas de llevar a cabo el Slow Manufacturing o fabricación lenta, evitando desperdicios y elevados costos energéticos y de producción, a la vez que mejora la calidad y el valor de tus productos.
Por eso, un Cécile tiene un coste medio más elevado que los otros bolsos que podamos encontrar en el mercado. Esto es porque no pertenecen al mismo mercado. Un bolso importado de China es más barato y es un bolso sí, pero su mercado corresponde a la moda rápida donde se compite por precio, mientras que el Cécile se ha fabricado de forma artesanal y con materiales sostenibles mediante procesos éticos y justos aquí en España. Así como no son comparables ni los procesos, ni los productos, tampoco lo son el precio de cada uno de ellos.
La misma casuística es aplicable a cualquier marca consciente que, a través de la sostenibilidad, quiera hacer prosperar su negocio. ¿Necesitas bolsas o cualquier tipo de packaging ecológico fabricado de forma artesanal y sostenible para tu empresa?
Estas bolsas de confección social son el lujo reservado para unos pocos, los más conscientes:
En este contexto, la palabra 'lento' tiene múltiples implicaciones. En su interpretación más simple, la fabricación lenta significa una disminución deliberada en la velocidad del proceso de producción. En otras palabras, es una resistencia consciente a la presión de acelerar que la mayoría de las industrias imponen. Sin embargo, en sectores como la producción de alimentos masivos o la fabricación de bienes tecnológicos de consumo, esto puede resultar difícil de vender. Después de todo, la gente necesita comer y quiere sus dispositivos móviles con rapidez. No ser la opción más rápida y eficiente, al menos en términos de percepción, deja la puerta abierta para que un competidor se adueñe del mercado.
Pero en el caso de bienes de consumo duraderos, especialmente aquellos considerados de lujo o adyacentes al lujo, reducir la velocidad o mantener un ritmo de producción estable puede resultar beneficioso para todas las partes involucradas. Esto incluye no solo a la empresa y a sus clientes, sino también a las comunidades donde se lleva a cabo la fabricación, así como al medio ambiente, si se realiza de manera adecuada.
Algo que sí está presente en todos los estratos de producción lenta es el énfasis en la artesanía y, posteriormente, en el artesano. El oficio en sí puede englobar una variedad de aspectos, desde el diseño hasta los materiales y acabados, y este enfoque particular es determinado por la empresa y el nicho que decide ocupar. Sin importar los detalles específicos del oficio, detrás de cada producto final terminado se encuentra un artesano.
Los artesanos no equivalen necesariamente a meros empleados, al igual que la artesanía no equivale a ningún producto antiguo. Son personas altamente capacitadas que aportan un valor significativo a cualquier ámbito en el que se desempeñen, convirtiéndose en una parte fundamental de lo que asegura la "especialidad" de una marca o producto en particular.
Pero, ¿qué tienen que ver la producción lenta y la artesanía de calidad con el mundo en general?
A medida que el fabricante produce más lentamente, también ocurre una extracción, elaboración y transformación más lenta de los materiales necesarios. En muchos casos, los procesos de fabricación cuidadosos y lentos son más amigables con el medio ambiente. En general, conducen a un menor consumo de energía y desperdicio en comparación con la gran fabricación automatizada que puede pasar esto por alto debido su escala y márgenes de beneficio.
Algunos podrían argumentar que la práctica más respetuosa con el medio ambiente que una industria puede adoptar es dejar de fabricar, ya que no existe la sostenibilidad al 100%. Sin embargo, este enfoque nihilista del dilema no proporciona una solución real. Cuando analizamos los detalles físicos y técnicos que implica la producción de cualquier producto, podemos ver cómo la producción lenta es mejor que nada.
Gran parte del dinero que tanto nos cuesta ganar se destina a baratijas de las que podríamos prescindir o productos insalubres. Mientras compramos, es importante que estemos conscientes del efecto dominó que nuestro dinero está teniendo dentro de la industria y las comunidades en general, a quién va a parar ese dinero y qué promueve la marca que lo recibe. Es importante que “votemos” con nuestro euro (o dólar, yuan, libra, etc.) pues ese dinero pasa a formar parte de un proyecto mayor, pasa a formar parte del futuro.
¿Qué mundo quiero en el futuro? Es la pregunta que tenemos que hacernos, ya que cada transacción económica que hacemos nos acerca más a un futuro u otro.
Al final del día, el producto que obtienes existe después de la compra, a diferencia de las fugaces experiencias como un vuelo que se desvanecen en el aire y el tiempo. Se trata de un producto especial y, además, su historia de fabricación lenta añade un valor adicional que va más allá de sus beneficios tangibles. Sabes que las manos de alguien confeccionaron meticulosamente tu prenda, bolsa, etc. Puedes ver en tu mente el proceso de manipulado, cortado y de diseño a la perfección.
Este último argumento a favor del Slow Manufacturing o fabricación lenta para la sostenibilidad sólo puede funcionar en los verdaderos románticos como nosotros. Pero a medida que aprendemos, vemos y sentimos el oficio y la atención que se pone en cada producto especial que elegimos para nosotros o nuestra empresa (o mejor aún, alguien elige para nosotros), comienzan a convertirse en una parte nuestra. Es menos probable que vendamos o abusemos de estos artículos especiales y luego los reemplacemos con otros, perpetuando el ciclo. Esto, a su vez, disminuye la huella ambiental de nuestro consumo.
Al menos, usar un producto hecho lentamente y con cuidado puede enseñarnos una o dos cosas sobre cómo ser más lentos y más cuidadosos con nuestras propias vidas y decisiones. La metáfora puede ser suficiente.