El cerebro humano tiene capacidades que lo diferencian del de otras especies como la imaginación o la de asociación. Esta habilidad para relacionar conceptos, elementos o vivencias viene refrendada por los sentidos, especialmente por el olfato y supone un nuevo horizonte para los retailers. En el post de hoy os hablamos de las tiendas con fragancia propia.
En ocasiones anteriores hemos hecho alusión a distintas facetas del neuromarketing como el efecto que los colores producen en la decisión de compra o cómo lo hace la música. Demostrado está la fuerza del sonido y su recuerdo, incluso, en personas que han perdido la memoria pero la nariz humana es un instrumento potentísimo. Según un artículo de National Geographic, los humanos tenemos en ella más de 400 receptores diferentes que distinguen a la perfección olores y matices. Incluso, estas “neuronas nasales” procesan la información que, de otro modo, analizaría la mente. Un pequeño cerebro en sí mismo.
Precisamente, esta fuerza del sentido del olfato está siendo utilizada por comercios que quieren mejorar la experiencia de compra de sus clientes con olores que los envuelvan, que los transporten a lugares felices; que los hagan recordar buenos momentos. Es necesario tener cuidado con la elección y la intensidad de los aromas ya que pueden, también, provocar el efecto contrario en el visitante: empalagar y que vuestro comercio pase de tener un posible cliente a alguien que nunca lo será.
Como apunta la web de Celestino Martínez, consultor en experiencia de compra, el marketing olfativo de un comercio puede utilizar fragancias naturales, esencias creadas específicamente para identificarlo con su identidad de marca o aromas sintéticos. En el primer grupo encontramos olores como la vainilla, el chocolate o el cuero. Los perfumes corporativos tienen un coste elevado por lo específico de su creación pero crean una identidad única entre olor y firma difícilmente olvidable. Los aromas sintéticos aluden a los olores creados para que parezcan propios de un producto que quiere potenciarlo o que puede no generarlo dentro del comercio: olor a café o a coche nuevo, por ejemplo.
Las tiendas con fragancia propia, natural o artificial, otorgan un valor añadido al producto al que imprimen su personalidad que sale reforzada. Es una muestra de carácter hacia el consumidor que percibe una identidad definida y unos objetivos claros en el comercio que lo posee. La empresa Air Aroma comercializa marketing olfativo en base a diferentes líneas de producto. Aromas más dirigidos a la salud (rebaja del estrés o remueve olores desagradables). Aromas corporativos personalizados con aceites. Las fragancias en el punto de venta utilizando expositores de producto o cartelería para la interacción del consumidor y el conocimiento del producto gracias a su fragancia. Los difusores son su cuarta línea de negocio para asegurar un reparto del aroma equilibrado, sutil y programado en todo el local.
Precisamente, las tiendas con su aroma pueden hacer uso del sistema JFBoss comercializado por la empresa Jafqui. Este producto utiliza diferentes tecnologías (pulverización o aire frío) para repartir la fragancia o fragancias por toda la tienda, manteniendo la intensidad. Su configuración puede ajustarse, incluso, desde la web. Todas las variables del uso de las fragancias son configurables como pueda serlo la relación entre difusión e interacción con redes sociales.
[…] saber qué los motiva y emociona adecuando, así, los productos y el establecimiento a sus gustos. Las fragancias, los colores utilizados, la posibilidad de tocar el género e interaccionar con él; la música de […]
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